Filósofo, Biólogo, escritor; chileno. Profesor, maestro, referente intelectual. Todo lo que desees averiguar sobre él lo encontrarás en las redes, allí puedes sumergirte en su legado.
Yo, sólo quiero, humildemente, compartirles mi reflexión.
Lo conocí hace muchos años, quizás él comenzaba recién a dar charlas públicas. Entonces me pareció que era un hombre de gran intelecto y capacidad cognitiva, pero además sabio en su entrega y hábil en la comunicación. Con todo, sentí que le faltaba complementar todo su trabajo con una visión desde la mirada y entendimiento espiritual, entonces era más que nada biólogo.
Pasaron los años y - a la distancia- lo seguí. Pude ver cómo iba emergiendo ese pilar y complemento de todo humano, intangible y poderoso.
La conciencia, más allá de la inteligencia, la sabiduría más allá de habilidades cognitivas, el equilibrio entre los componentes químicos en el cerebro, las células biológicas, la etérea y luego densa memoria de las almas.
El mismo fue prueba de una de sus premisas,
“El ser humano no ES, el ser humano “ESTÁ SIENDO”
Aludiendo a que, como humanos, siempre estamos en constante transformación.
De ahí la importancia de no etiquetar a la gente, encasillar al otro en un veredicto definitivo y eterno, decir que este o aquel ES de tal o cual manera, le niega el derecho de moverse dentro de sí mismo.
Reconocerle al otro la posibilidad de que también cambie, crezca, evolucione, comprenda, es respetar la vida.
Bárbara Belmar Menanteau
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