Son muchos y cada vez más los que se dan cuenta de que hay más verdad que la que por tantos siglos nos inculcaron, verdades más profundas y liberadoras que nos hacen autoconcientes y cocreadores de la vida. Aunque algunas voces se alcen amenazantes, llenas de miedo ante la posibilidad de perder el control, la verdad se hace cada vez más evidente: Dios es mucho más de lo que sabías, Dios no está separado de ti, Dios no tiene características egóticas humanas, Dios está EN ti y no necesitas administradores externos de su luz y su bondad, sólo basta que te conozcas, que entres en el santuario de tu corazón y comiences a reconocer que Dios, siempre ha estado allí.
Es necesario que te conozcas profundamente, cómo eres, por qué actúas como lo haces, de dónde vienen las decisiones que tomas, por qué sientes lo que sientes o por qué no sientes lo que deberías sentir según te han dicho que es lo correcto. Conocerte para saber qué es lo que realmente quieres, cuáles son tus rencores y tus miedos, por qué te sientes víctima de la vida o por qué te sientes superior a todos. Todo esto es un proceso que llamamos de “sanación” puesto que conforme vas autoconociéndote, conoces en ti a toda la humanidad y entonces dejas de juzgar y criticar porque comprendes a los demás. Dejas de darte vueltas dentro del dolor o el rencor, te vas haciendo cada vez más libre. Sin embargo, hay una tendencia que hace creer a las personas que nunca se está lo” suficientemente sano para” (para dejar de buscar, para sanar a otros, para ser o hacer esto o lo otro). Cuando has hecho un camino honesto, perseverante y profundo de autoconocimiento y sanación, llega un punto en este crecimiento en el que ya no necesitas “sanar” más, en el camino has ido ampliando conciencia y es allá, en la vibración de esa nueva conciencia en donde te tienes que quedar y entonces, como consecuencia de mantenerte enfocado en esa nueva conciencia y vivir cada día en ella, todo aquello que te falta por sanar va solucionándose solo, casi como una bendición dejan de molestarte aquellas cosas de tu personalidad que no te gustan. Mientras más te mantienes en esa nueva conciencia, le quitas energía y poder sobre ti a la “basurita” de tu personalidad y empoderas la luz en ti.
Conozco a demasiada gente, muchos de ellos sanadores, que nunca “están listos para”, dedican su vida a ayudar a otros en el proceso, acumulan diplomas de toda clase de disciplinas sanadoras buscando autoafirmación sin lograr encontrar para si mismos lo que entregan a otros, están siempre sintiendo que les falta sanación y les resulta verdaderamente imposible darse cuenta de que ya están lo “suficientemente sanos para”…esto es lo que se llama “adicción a la sanación”. El problema de esta adicción es que se transforma en una traba para la siguiente etapa, la etapa del empoderamiento de su propia luz porque se siguen dando vueltas en vibración del “no soy, no estoy listo-no puedo” en lugar de crecer!
Amigos, algo de la personalidad, del ego debe quedar. Es precisamente la personalidad lo que nos sirve de raíces para transitar este mundo, gracias a ello podemos vivir esta experiencia!!
Agradece lo que eres y disfrútalo! Si no aceptas lo perpetúas!
Sanadores: ¡Súmense al Plan Divino!
Si has hecho un trabajo conciente de crecimiento y sanación, ya estás listo!
No es sumarse al Plan Divino el “no soy, no puedo, me falta”.
Sumarse al Plan Divino es decir cada día: Hoy me sumo al Plan Divino compartiendo con la humanidad esta energía de alegría de vivir, hoy comparto con la humanidad la empatía, la compasión, la sabiduría, la risa, la pasión…!!!!
Sanadores y buscadores: Reconozcan el punto en el que están sin autoengaño.
Es posible que ya no necesitas trabajar más la autosanación, es posible que ha sido suficiente, es posible que te estás perdiendo algo con tu “no puedo, no soy”…Es posible que ya estás listo para enfocarte en tu nueva conciencia y dejar que la Presencia de Dios en ti termine el trabajo mientras te empoderas de la Luz. ©
Bárbara Belmar Menanteau
No hay comentarios:
Publicar un comentario