Queridos amigos, cierta reflexión me ha estado girando y
girando a nivel de conciencia y corazón. Sé que cada uno tiene sus motivos para
sentir y pensar como lo hace respecto de lo que está ocurriendo hoy con la
Iglesia Católica, lo que está ocurriendo, lo que ha ocurrido y lo que posiblemente
ocurrirá, o no. Aún cuando para muchos
lo que diré carece de importancia, en cuanto a trascendente, es un deseo personal compartir lo que sigue
con el fin de ayudar a otros, quizás, en su propio proceso de comprensión
personal. A veces, leer a otros ayuda a comprender la emociones propias.
Nací en una familia católica bastante conservadora. Fui niña
de misas, monjas y curas. Más de una vez, a muy temprana edad, fui conducida
fuera de la sala de clases (…) por hacer preguntas inapropiadas respecto de
Dios y otras tantas veces fui cobijada por la Madre Teresa –una joven monja de
carita rosada- cuando mi tristeza era percibida.
Recuerdo el miedo en mi estómago, cuando la monja Inés
andaba enojada –cosa que solía ser casi a diario- porque ello significaba que si pasabas cerca…seguro
te llegaba…
Crecí sintiéndome extraña, ajena a los juegos de niñas,
calificada de “rara” por profesores y compañeras de colegio, con ideas extrañas, imágenes
circulando mi mente, sentimientos, conversaciones que nadie compartía. La Madre
Teresa no me entendía, pero me acompañaba con su carita sonriente y me regalaba
un dulce mientras transcurría un recreo que yo no jugaba sino que usaba en
buscar el rincón más solitario del jardín de las monjas para “sentir”….
Adolescente, sin más amigas que las que me buscaban para que
les escribiera resúmenes de los libros cuya prueba se acercaba y dos o tres que
trataban de entenderme de corazón, buscaba en la Virgen y en Jesús unas
respuestas que nunca llegaron pero cuya presencia me rodeaba noche y día
brindándome consuelo y esperanza al estilo católico.
Detestaba las misas, sobre todo porque mi madre nos
obligaba a ir cada domingo, vestiditas
como corresponde, a menudo con vestidos incómodos y calurosos. Las detestaba
porque nadie tenía cara de felicidad, porque los cantos eran monótonos, porque
el cura no permitía preguntas, porque, las personas cuchicheaban, otros dormían
y los que ponían atención, sufrían…
Y Cristo….ese Jesús que yo amaba y que estaba siempre tan
clavado en su cruz!! No lo podía
soportar!
Traté de ser normal. Traté de interesarme en fiestas de
jóvenes, bailes, discoteques…pero me duró muy poco, un verano. En lugar de discoteques prefería ir a correr
a la orilla del mar en plena noche!!
Católica, de comunión semanal, mis rezos en la gruta de la playa, ante
la imagen de la Virgen y las docenas de plaquitas de agradecimientos por el
favor concedido….la oscuridad, el ruido del mar, el aroma de unas cuantas velas
encendidas…..son todavía un recuerdo que me enternece…
Me casé. No estaba segura de querer casarme, pero era mucha
la presión de la familia y yo…sin ser capaz de ser YO…no se me había enseñado a
ser yo, sólo a obedecer…y obedecí.
Ante el altar, en silencio, pedí ayuda…mientras el cura leía
no sé qué.
No tengáis tristeza por el novio, él sabía quién era yo y no
le gustaba quien era yo…pero quería tenerme y cambiarme confundiendo esto con
amor. Muy poco tiempo necesité para
comprobarlo.
Y ahí estaba mi catolicismo…la culpa por la ruptura
matrimonial… el pánico sumado al pánico por la vida misma, pero el miedo nunca
me ha paralizado.
Comenzó la búsqueda, ahora una búsqueda de adulta, decidida
a comprobar el amor incondicional de Dios, ahí en donde me decían que sólo
sería amada y considerada “buena” si y
sólo si me quedaba sola de por vida. Excomulgada por decir de frente que no
estaba dispuesta a quedarme sola, sin pareja.
Por mucho tiempo peregriné entre abogados eclesiásticos
buscando la nulidad de mi matrimonio, por mucho tiempo sufrí el atentado contra mi pudor de mujer y ser
humano, al relatar cosas personales que explicaban el por qué de mi ruptura
matrimonial y de cómo llegué al matrimonio. No había respuestas definitivas,
me mandaban de uno a otro abogado y a
repetir todo.
Pero encontré a uno en medio de todos que hizo la excepción,
él me hubiera vuelto a casar ahí mismo por la iglesia si entonces hubiera
tenido pareja. Sólo conocerlo me hizo bien. De su mano tuve la oportunidad de
comenzar una de las etapas de mi transitar católica más bellas.
Unos 5 años estuve estudiando espiritualidad Ignaciana y
temas de teología con los Jesuitas. Entonces ocurrieron dos cosas, una, que
comencé a comprender que no era tan cierto que yo estaba excomulgada, los curas
podían excomulgarme, pero Dios NO. Y la otra cosa fue que grandes teólogos y
espiritualistas católicos jesuitas sabían cosas que no se dicen en las iglesias
y en los adoctrinamientos de la culpa y el pecado. Comprendí que hay un voto de
silencio y obediencia, entendí por qué
de muchas cosas…y entendí, finalmente, que mi recorrido católico llegaba a su
fin cuando mi guía espiritual me dijo: “Barbarita, más allá hay más respuestas,
no temas buscar, Dios está en todos los caminos”….
Para entonces, yo trabajaba dentro de la iglesia, atendía
peregrinos que llegaban en busca de consuelo, ayudaba a organizar
celebraciones, ayudaba en las misas……pero estaba excomulgada y cada misa caía
una lágrima por mi rostro….Desde mi posición
católica, ofrecía ese sufrimiento como muestra de mi amor a Dios. Pertenecía a un grupo de católicos “perfectos”
que me miraban como una mancha dentro de su círculo y no se explicaban como yo,
una separada-divorciada, podía estar entre ellos y yo estaba allí porque me habían llamado para ello! Conocí no solo la intolerancia y la envidia sino
la crueldad y la malicia. Un día me dijeron algo así como “lo siento, pero no
puedes seguir aquí porque tu presencia, en lugar de llevar a los peregrinos a
la contrición los distrae”….
Y comencé a buscar a Dios por otros caminos. Llené mi dormitorio
de libros de autoayuda , de tradiciones religiosas de oriente, de misticismo,
de esoterismo, de Maestros Ascendidos .
Las respuestas comenzaron a llegar por miles!!!!!
Ahora sí, todo comenzaba a cuadrar, todas mis intuiciones,
todos mis sentires, todas las visiones de la infancia!!
Pero había algo pendiente y era algo delicado para mi mente
aún agarrada en las redes de la culpa católica: “SER O NO SER CATOLICA”
El proceso fue duro en extremo porque “me lo tomé tan a pecho” y con tanta
seriedad!!
Llanto, miedo, sentimiento de culpa por “traicionar” a mi
familia y a la Iglesia!!
¿Y si estaba equivocada?
¿Y si el infierno y la condena
de verdad existiesen?
Pero, como consecuencia de una noticia respecto de un
cercano, una nueva duda se convirtió en
el empujón final:
Un sacerdote enamorado ha solicitado permiso para dejar de “ejercer”
el sacerdocio y casarse. Permiso concedido desde el Vaticano, bendición del
matrimonio y trabajo asegurado dentro del mismo colegio donde estaba siempre.
NO! No puede ser ¡!! Por qué ellos sí y nosotros los laicos
NO?????
Por qué ellos con la bendición del Papa y nosotros con la
excomunión???? Por qué ellos pueden
cambiar un tan importante compromiso y nosotros no?
Muéstrenme en el evangelio la parte en donde Jesús dice que
está bien esta injusticia!!!
Nadie pudo mostrarme nada, hasta hoy.
Desde entonces todo ha cambiado para mi. No es el momento
para decirles lo maravilloso pero arduo del proceso espiritual que he recorrido, sólo
les diré que valió la pena todo lo que viví hasta hoy, incluido mi transitar
por el catolicismo.
Es que, amigos, dentro de la Iglesia conocí a grandes seres
humanos también quienes me empujaron a seguir mi camino. Del catolicismo guardo
decepciones, heridas, injusticias, pero también mucha ternura! Y, saben? Las
Iglesias del mundo han cumplido su rol con creces!
Piensen, las religiones surgieron como un intento del ser
humano para dar respuestas a sus asuntos espirituales; cada credo, cada
religión tiene algo de verdad, es como si la verdad entera se hubiese partido
en cientos de pedacitos para poder entregar “algo” a los humanos de la 3D en
una noche galáctica en donde había casi cero acceso a la energía de
ascensión!! Entonces, se puede pedir
más? No creo, mucho hicieron dando
algún sostén a las mentes de los hombres (con H de Humanidad, no de
hombre-masculino), dieron algo a la necesidad de mediana o limitada comprensión
de lo Divino, dieron algo a la necesidad de los humanos de ser dirigidos por no
creer poder autodirigirse, dieron algo a la necesidad del ser humano de ver a
Dios fuera de sí, venerando a otros. Está bien!!!
Pero AHORA, las cosas tienen que cambiar y todo aquello que
antes era suficiente ahora está cayendo y tiene que caer aunque caer no sea más que una manera de decir que se ha
de modificar y renacer para dar paso a los futuros cambios!
Yo, quiero hacer un llamado de aceptación, respeto y
empatía.
Yo fui católica y así como la pasé muy mal allí adentro,
también guardo mucha gratitud. Me sorprendí agitando banderas de celebración cuando
dimitió el actual papa, pero luego he sentido y pensado todo lo que les he
compartido.
Amigos….llamo a comprender que el Vaticano simplemente fue
lo que fue, desde el primer papa hasta hoy, con todos sus horrores y sus
aciertos (entiéndase), aceptar que la expansión de la conciencia de “todas” las
religiones del mundo es un proceso que recién comienza y no será sin dolor….sentir
empatía por nuestros amigos y familiares que se consideran católicos (u otra
religión) y están o confundidos o dolidos por nuestras banderas de celebración….
Llamo, no a callar…sino a conocer, compartir, alegrarse no porque les caiga la
espada sobre sus cabezas sino porque estamos viendo que es verdad que nos
estamos moviendo hacia una nueva conciencia!!
Llamo a sentir comprensión y compasión por quienes sienten
miedo por lo que viene, que no conciben su vida de otra forma….¿Hace cuánto
tiempo estuvimos allí?
No nos sintamos superiores, sepamos que hay muchos seres más
grandes que a nosotros nos miran con compasión porque creemos que somos
superiores….
Respetemos..si queremos compartir información hagámoslo! Pero
evitemos las expresiones de ira, de sarcasmo, de burla….de verdad creo que esas
actitudes no están a "nuestra altura"….
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