No fue tan difícil reconocer mis sombras como llegar a
amarlas como una parte inseparable de esta mi personalidad humana, aceptar que
vivir esta experiencia, en esta dimensión, significa entre muchas otras cosas,
aceptar la dualidad tanto fuera de uno como dentro de uno, ha sido una de las
partes más lentas de aprehender no solo con la mente - que es la primera en aceptar la idea- sino con el corazón.
Existe demasiada presión hacia lo que la mente colectiva
llama “perfección”, una pesada carga, especialmente sobre todos los trabajadores de la luz, a que
sean sólo luz. Cuántos, acaso la mayoría, sucumbe ante esta presión, por temor
o por ego y hacen de sus vidas una constante lucha por negar sus sombras y
jugar en público el lindo papel de un amor incondicional que quizás no han
logrado experimentar ni por sí mismos ni por nadie o juegan a saber o a tener o
a poder. Un verdadero maestro no ha pasado por alto sus sombras y no tiene
miedo de que se le conozcan porque no tiene miedo a perder adeptos o
seguidores, antes bien, sabe que su deber es mostrar la vida y la humanidad tal
como es; un verdadero maestro sabe que si muestra una imagen de pura luz podrá ganar
adeptos que necesitan venerar a otros,
pero también sabe que ese juego hará más dura la carga para los buscadores de la
verdad que verán en ellos unas metas inalcanzables.
Amigo, amiga, por más que hagas un hermoso trabajo
espiritual para otros, tu trabajo no está completo si no has mirado muy
profundamente dentro de ti, sin miedo de ver y de ser lo que eres, con tus
sombras incluidas! No sólo maquilles tus sombras, conócelas,
acéptalas, no las desprecies!
No temas exponerte! ¿¿Por qué no nos hablas de tus miedos, de tus “caídas”,
de tus gustos menos “espirituales” (por
hablar tu lenguaje) ??
Nadie puede quitarte ni sumarte ni un milímtero de tu
estatura espiritual!! Qué importa a quiénes les gustes y a quienes no?
No, no estoy diciendo que vayas por ahí abriéndote sin
prudencia alguna o pasando a llevar a todo el mundo en nombre de tu franqueza,
eres sabio (a) sabrás hacerlo, te estoy diciendo que no muestres sólo tu luz
porque son tus sombras -en este plano- lo que te hace perfecto (a),
a esto vinimos. Un ser humano -en este
plano- que no tenga sombras “no es
perfecto”, está fallado y hay que ver qué le pasa -decía mi maestro- y a medida que pasan los
años me doy cuenta de cuánta razón tenía.
Cuando llegas a amar tus sombras y aceptarlas como parte de
tu integridad humana, curiosamente hace que ellas se suavicen y dejen de apretar
tu corazón, logrando a partir de entonces el comienzo del verdadero `proceso de
experimentar el amor incondicional. Porque, sabes? Sólo cuando eres capaz de amarte con tu
dualidad sabes lo que es amar a otro con su dualidad y al mundo y a la
humanidad….
Cuando llegas a este punto maravilloso de amor por ti comienzas
a entender con el sentimiento que
eres uno con el todo y con todos….
Cuando este nuevo amor te empieza a correr por las venas,
una mañana te sorprendes preguntándote:
“A quién amo cuando digo Padre, te amo!”???
Una nube de imágenes o de sonidos o de emociones danzan
frete a ti mostrándote una nueva parte de la verdad: Cuando
dices “Padre, te amo”, en realidad estás declarando,
simplemente, “AMO”…..Soy Amor, Amo todo
lo que soy, lo que eres, lo que somos….Comprendes que cuando te amas, amas
desde la inmensidad de tu esencia….en la Unidad Plena…..
Bárbara Belmar Menanteau (c)
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