He
visto en redes sociales un sinfín de comentarios anti-feministas, la mayoría
alentando la esperanza de que la “moda feminista termine”.
Desde
los datos históricos podemos ver de qué manera comenzó el movimiento femenino
alrededor del mundo y cómo se han ido desprendiendo múltiples facetas y maneras
de manifestarse. Lo que comenzó por la demanda de uno o dos derechos, se ha
convertido en la demanda del reconocimiento pleno de la grandeza de ser mujer
y, ojo, ya no como una generosa dádiva misericorde desde lo masculino a lo
femenino sino como el reconocimiento de algo que siempre fue, pero por siempre
sofocado por la fuerza, por miles y miles de años.
Y
podrá decirse que se han pasado los límites, que muchas de las formas en las
que se manifiestan estas demandas rayan en lo obsceno, ridículo, inmoral (¿?) y
que poco favor hacen, en realidad, a la dignificación femenina. Sin embargo, a
mí No me asustan las exacerbaciones de las formas ni la infiltración de
aquellos a quienes se les paga para ridiculizar -desde adentro- las demandas
femeninas. No me asusta ni nubla mi vista, quien sepa ver que vea, quien sólo
puede ver lo obvio que siga rumiando su deprecio pues, al fin y al cabo, esto
le da unas superficiales razones para seguir despreciando a la mujer en secreto.
Pero…
¿Cuánto es necesario? O más bien, ¿cuál es el límite?
¿Marchar
con el torso desnudo y el trasero al aire es realmente la forma de demandar
respeto?
Desde
luego no es mi forma de demandar, pero no veo claro el límite… Aún cuando
comprendo y empatizo y, en ciertos temas apoyo completamente, creo que cada
cual es responsable de medir sus propios límites y hacerse responsable de las
consecuencias de cada uno de sus actos.
Dirán
que “estas feministas” se merecen toda clase de castigos y yo diré que quienes
así respondan siguen hablando desde su más completa limitación y desde su
propio desprecio. Querrán aprovecharse de las situaciones para poder ejercer el
“castigo” que tanto les ha gustado infringir sin derecho en contra de la mujer
y que, tarde o temprano recaerá sobre el castigador.
Y
sí, parece que se han pasado límites, ¡Pero es que la lectura debe ser más
profunda!
El
cuerpo femenino ya no puede ser un fetiche si está descubierto, y aunque aún
las conciencias no están listas para ver cotidianamente cuerpos desnudos por
las calles, el mensaje es “se terminó el goce secreto, las miradas libidinosas,
imaginando, insinuando. Si la grotesca exposición no acaba con ello, al menos
le resta fuerza al fetichismo”. Y es muy posible que yo no expondría al público
ni mi trasero ni mis pechos, pero me encanta que mujeres rabiosas y poderosas
lo hagan.
Ellas
son las que vinieron a romper, yo vine a hacer otras cosas…y las hago, créanme.
En
todo movimiento de ruptura tan profundo como este, que demanda cambios que
hacen tambalear la seguridad de los que creen que deben seguir sometiendo, se
genera una exacerbación, esta es necesaria para poner en evidencia y para
proveer una vía de salida de heridas milenarias que de otra forma seguirán
reprimidas, envenenando en silencio y sin poder sanar.
Dicen
que el varón de más de 40 años no puede ser reeducado, que es inútil tratar de
convencerlos, pero cada vez veo más hombres conscientes, yo creo que la
edad es una excusa, en esto el que quiere puede. Entre maduros y jóvenes los
hay con todo nivel de conciencia ¡¡Y es que la edad terrenal no dice la edad de
cada alma!!
Hay
que apostar a los niños que vienen, para ellos se siembran las semillas de hoy.
Feminismo
y lenguaje inclusivo van de la mano pues es otra manera de exigir cambios. Es
verdad, mi formación se retuerce al ver una arroba (@) en lugar de un claro
femenino o masculino, me incomoda que se tergiverse el lenguaje en pro de la
manifestación de estas convicciones, pero es sólo eso, mi estructura y no tiene
importancia!
Más
me importa lo que hay detrás, la intención y el propósito de dejar bien
establecido que esto no tiene vuelta atrás. Guste o no guste, acomode o no
acomode, el mundo está cambiando, la humanidad está cambiando.
Ignoro
si el lenguaje inclusivo se establecerá definitivamente como la nueva forma
gramatical, pero cada vez que leas “arquitectas”, “amigues”, “invitades” …¿Por
qué no amplías tu percepción y en lugar de escandalizarte haces lo que esté de
tu parte para construir un mundo en mejores condiciones para los niños y niñas
que vendrán?
Deja
de rasgar vestiduras por esto mientras tu lenguaje cotidiano hiede y pon manos
a la obra.
Te
ofende ver traseros y pechos desnudos en las marchas, pero no te ofende la grotesca
letra de las canciones que tus hijos tararean, manoseando su sexualidad desde
los 4 años?
Ni
te ofende el comercio porno, ni el abuso sexual en los carros apretujados del
metro, ni dejas de mirar los traseros de cada mujer que se te cruza?
Si
es así, sólo eres un hipócrita deshonesto.
Feminazis
y tantos otros apelativos intentan ridiculizar y restarle valor a las demandas,
se las trata de ignorantes, brutas, putas como si llamarlas así fuera a
restarles fuerza, pero recuerden que a las mujeres se nos ha llamado así
demasiados siglos, no es nuevo.
Podré
estar de acuerdo o no en las formas pero, por sobre todo, VALORO, RESPETO Y
AGRADEZCO QUE TANTAS Y TANTAS MUJERES ALREDEDOR DEL MUNDO tengan el valor y la
convicción que yo no tuve aún cuando hervía por dentro de impotencia, miedo,
rabia, soportando flagelos, desprecios, abusos sólo porque “así eran las cosas”
o, como mi propia madre alguna vez me dijo, “qué le vas a hacer…”
Eran
otros tiempos, aunque si miramos el calendario, ni tanto tiempo atrás, las
cosas se han precipitado, apremian los cambios y la toma de conciencia para
poder crear nuevos estados de vida y no sólo para la mujer sino para la
humanidad entera.
Sé
que para muchos el odio hacia los hombres se ha desbordado, pero no es así, la
gran mayoría de las mujeres queremos llegar al punto en donde nos podamos mirar
de frente, reconociéndonos mutuamente en igualdad de valor.
Todavía
estamos en proceso y, quizás, todavía luchamos para mantenernos a flote
mientras intentamos encontrar la otra orilla en el horizonte. Sé que parece
demasiado agotador, pero la única forma de llegar a la otra orilla es nadando
en el mismo sentido y alentándonos unos a otros.
Mis
queridas Feministas Feminazis, las valoro, admiro y reconozco. Sé que el
trabajo que hacen es mucho más que lo que dicen los medios y sé que, sin lugar
a dudas, el futuro hablará de Uds con más respeto que el que se les da hoy, con
traseros al aire o no.
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