En este mundo de emociones la gratitud es una de las que más
ennoblece al ser humano. Tener la capacidad de recibir de las manos de otro
aquello que en determinada circunstancia necesitamos, requiere humildad,
claridad, aceptación de la vida y reconocimiento -en algún punto de nuestros
corazones- que al fin y al cabo somos uno.
El que nos da aquello que
necesitamos ha de hacerlo por sus razones y desde el punto de vista de
conciencia hay otras cosas que hablar, pero en este espacio dibujado en letras para poder llegar hasta ti hoy hablaremos de “tu gratitud”.
Eso que sentimos cuando alguien nos da una mano, esa emoción
a veces indescriptible, es por momentos asombro, amor, alegría y si se trata de
algo mayor, hasta un momentáneo éxtasis en el que se nos nubla la capacidad de
entendimiento. Si pudieras VER esta emoción -así como cada emoción expansiva-
verías que en tu campo energético se activa mayor luz…Luz que te permite
acceder a procesos nuevos, sanar, entender y un sinfín de etcéteras. Sin embargo, la
gratitud hacia el otro no debiera quedarse ahí, debiera expandirse a la vida
misma que nos enseña las redes de coexistencia en las cuales todo está en
nuestras manos para administrarlo en justicia y equilibrio. Así, es JUSTO, que
el que pueda dé y que cada cual dé allí en donde le toca estar. Dar con el
corazón abierto y recibir también abriendo el corazón.
¿Es esto posible, esto de dar y recibir así tan abiertamente
y sin dobleces?
Sí, es posible. Pero como todo, requiere que sea hecho en
conciencia y teniendo la voluntad de hacerlo en conciencia.
Desde la esquina del que recibe -que es hoy el tema- recibir
en conciencia significa honrar al otro y recibir en gratitud; en la conciencia
de saber que somos uno y que quien te da cumple un mandato lo sepa o no y aún
si sus intenciones humanas no fuesen puras. Tú, agradece al otro, agradece a la vida y expande tu luz sin importar nada más.
De pie frente al que te da, no de rodillas. Mirando de
frente, no desde abajo. Sois hermanos sin importar las aparentes condiciones en
que vuestras vidas transitan.
Por desgracia, no siempre la gratitud es entendida y,
también por desgracia, muchas veces es utilizada.
No es gratitud quedarte al lado de alguien que te usa
“porque alguna vez hizo algo” por ti…
No es gratitud el no tomar nuevas decisiones “porque ese que
alguna vez hizo algo por ti se podría molestar” …
Eso es MIEDO, miedo de que un castigo enorme caiga sobre tu
espalda, miedo de que algo te falte y esta vez no te ayuden, miedo de que…ponle
tú el final a esta frase.
Si el otro pasa el resto de su vida cobrándote y tú pasas el
resto de tu vida pagando, eso no ha sido ni bondad ni gratitud, ha sido
manipulación y esclavitud.
Dios mismo -si así lo quieres llamar- requiere tu gratitud
sólo para poder darte más luz, pero ni aún él te esclaviza por “el favor concedido”,
eso amigo/a mío es tu estructura mental y sicológica y un miedo por el cual te
sometes.
La gratitud no hace esclavos, la gratitud te deja libre para
seguir creciendo.
Bárbara Belmar Menanteau
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